Anoche fue el concierto de Los Concorde en las semifinales del concurso del Rock N’ Light y puta, yo tenía que ir a verlos. Comenzamos buscando por todos los Modeloramas de la ciudad, bueno, tan solo fueron unos 4 ó 5 y en el último que nos paramos, hicimos pendejo al morro encargado de ahí y por 50 pesitos nos dio 3 pulseritas para pasar al evento, siendo que en circunstancias normales tendríamos que haber comprado 1 ochito por piocha.
Llegamos a La Negra y adentro me topé con un par de amigas. El lugar este me recuerda a los documentales esos en los que se ven los comienzos del punk y todo ese movimiento underground, cuando se juntaban en sótanos y casas desvencijadas, oscuro, sucio, con gente tirada en los sillones empolvados, ya sea apañando, bebiendo, botados o en cualquier otro estado físico y mental, mientras en la esquina de fondo se oye un grupo tocar.
Bueno, después de pedir dos botes y un sexo en la playa mal hecho, nos fuimos para afuera, donde iban a tocar Los Concorde y como a la media hora o más salió Leonardo de Lozanne y el resto de la banda (no mamen, ¿Paco también toca con ellos?). No tocaron mas que una hora, cuando mucho, pero tocaron muy bien y tocaron la de Vivo de los Fobia y fui feliz.
Cambiando de tema, hoy se presenta en Hermosillo esa madre de los Monólogos de la vagina y cientos de mujeres hermosillenses y de ciudades circunvecinas irán a ver la presentación. Mas, después de mucho pensar, no entiendo que gusto tienen las féminas por ir a ver a una vagina hablando desfachatez y media durante un par de horas, igual que la gente extraña que va a ver gatos cantantes allá en Broadway.
Y con tono preocupado y filosófico digo: “Ah caray, ¿dónde irá a parar este mundo loco?”
Nota mental: Nunca olviden llevar ropa interior si algún día se presentan frente a mucho público, claro, a menos que sean strippers.
Sheko.