Crónicas Delano
Mientras yaces en tu cama oyendo música bien a gusto sientes un leve movimiento dentro de tu estómago, el cual va incrementando mientras más te esfuerzas por no inmutarte. Después de varios minutos decides hacer algo por remediar ese sentir, tomas un libro, alguna lectura corta y/o amena o una hoja de Sudoku, una pluma negra y te lanzas a donde tu gran amigo de porcelana.
Lo ves detenidamente, él te regresa esa misma mirada suspicaz, sientes como el frío recorre tus piernas, las cuales presienten lo que se aproxima, decides que todo pase rápido y sin dolor y en un solo movimiento caes sentado sobre el porcelánico individuo.
-Ay, no mames. Puuuto frío.-
Todo tu ser se frunce al primer contacto, tratas de mantener la calma y tras unos instantes de constante control mental, sientes como sube la temperatura posterior. Ahora pasas a la concentración necesaria para tal menester, todo se encuentra listo…
1…
2…
3…
Riiiiiiing!
-¡Puta madre! No me jodas cabrón.-
“Que se jodan” piensas mientras te dispones a recobrar la paz interna…
Riiiiiiing!
-¡Me cago en el mundo!-
Y vaya que lo dices de forma literal. Bueno, podría ser una llamada importante o algún accidente pudo haber pasado…
Riiiiiiing!
No mames, lo piensas detenidamente y decides ir a atender la llamada. Total, ya que. Así que, mal vestido, piel de gallina y con el ass bien apretado vas hacia donde se encuentra el teléfono. “Hijos de la chingada” piensas antes de contestar.
-¿Bueno?-contestas con voz afligida.
-Si, buenos días, habla José, hablo en nombre del banco Santander para preguntar si no te interesaría conseguir una línea de crédito blablablablablabla (con acento guacho)…
-¡No mames, José, no mames! Chingas a tu madre.
Y todo se libera en un instante.
Clic.
Y luego todavía nos preguntan que si por qué no los queremos.
Nota mental: Prrrrt.
Sheko.